lunes, 7 de agosto de 2017

Prohibido jugar a la pelota

En la plaza mayor de mi ciudad hay un cartel grande con letras negras sobre fondo blanco. "Prohibido jugar a la pelota". La plaza es grande como medio campo de fútbol. Una esplanada con el suelo enlosado y diáfana. No hay bancos donde se puedan sentar las personas mayores, a descansar o a esperar la hora de comer,  no hay mobiliario urbano, ni árboles, ni costosas esculturas de dudoso valor estético, ni ventanas de cristal. Por lo que no hay riesgo de lesionar una cadera a nadie con un balonazo, dañar la copa de un árbol o romper en pedazos algún cristal.

Quizá quien escribió el cartel se quedó corto. Debería haber puesto más indicaciones y normas. A saber, prohibido vestir con ropa de colores. Prohibido dar abrazos. Prohibido escuchar música, aunque se usen auriculares. Prohibido reír a carcajadas. Y ya puestos, debería indicar más reglas aún. Prohibido escribir poesía. Prohibido el sonido del piano. Prohibido hacer amigos. Prohibido comer helados de chocolate. Porque todas estas prohibiciones a mí me suenan igual de feas. Solo un corazón sombrío y desdichado pudo imaginar un cartel donde prohibir a los niños jugar a la pelota. Podría entender, por cuestiones de salud, la prohibición de comer helados de chocolate, para diabéticos que no toleran el exceso de azúcar. El resto de carteles solo los puedo entender para personas que no toleran el exceso de felicidad.

Imagino una generación de niños tristes y desmotivados por no poder jugar a la pelota en la plaza de su ciudad o de su barrio. Niños criados entre prohibiciones como esta, evidentes y otras, no tanto. Por lo que sería conveniente realizar una campaña de concienciación. Según la RAE lo contrario de "prohibido" es "permitido". Pero se me hace insuficiente, tiene un alcance muy corto. Solemos equivocar el concepto de "lo contrario", con el de "ausencia de". Permitir significa ausencia de prohibir. Yo más bien usaría "obligatorio". ¡Eso sí que es lo contrario! Llenaría las plazas y las calles de carteles así. Obligatorio saludar a los desconocidos con quien te cruces por la calle. Obligatorio cantar en la ducha. Obligatorio respirar profundo. Obligatorio bailar, aunque se carezca de ritmo. Obligatorio sonreír a los tenderos en el mercado. Obligatorio jugar hasta que el sudor te cubra los ojos. Obligatorio saltar sobre los charcos. Obligatorio tirarse bolas de nieve y usar los trineos. Obligatorio ver cómo se pone el sol al atardecer. Obligatorio subirse a los árboles, con cuidado. Obligatorio silbar melodías. Obligatorio leer libros de aventuras. Obligatorio enamorarse. Obligatorio retirar el cartel de prohibido jugar a la pelota.

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