miércoles, 20 de mayo de 2009

Songs & Moods

Nunca consigo entender las canciones en inglés. Siempre he pensado que rechazar dos becas de estudio en Inglaterra, durante dos veranos seguidos allá por el año 95 (por una chica, claro está), fue y es la principal causa de mi no-bilinguismo crónico. Ya sé, el ser humano, las oportunidades perdidas, los caminos no tomados... todas esas estupideces.

Si me esfuerzo en escuchar (curioso el cuerpo humano), consigo entender frases sueltas. El título, el estribillo, algunas frases que se repiten,... todas ellas conforman pequeñas partes de un todo que fabrico en mi cabeza. Es entonces cuando imagino -intuyo- de qué trata la canción que estoy escuchando, y la pongo en contraste con mi amplio registro sentimental de experiencias vividas, pasadas, presentes, e incluso, imaginarias. Y cuando la canción que escucho -e intento entender- explica y conecta con algunas de esas experiencias, entonces, me despierta una agradable sensación de complicidad. Alguién, en algún otro lugar o en algún otro tiempo, sintió lo mismo que yo.

La canción tiene que ser en inglés. Con las canciones en español no me pasa igual. No lo siento con la misma intensidad. Claro está que no es que sean peores canciones éstas, si no que, al traducir lo que yo creo entender de aquellas, puedo aplicar -imaginar- criterios más libres y moldeables para conseguir lo que yo quiero que signifique. Así, la canción se adapta mejor a mi.

A veces no me resisto y le pregunto a guguel qué demonios esta diciendo la canción que escucho -the lyrics. Creo que así se pierde algo de romanticismo. Si no me gusta -no entiendo- la respuesta, entonces me quedo con mi versión de la canción, en la que dice, exactamente, lo que yo quiero escuchar. Hasta los catorce años internet no entró en mi vida y me acostumbré a actuar de esa manera. Hasta entonces, "tiraba" de mi hermana y su largo año de estudio en England. Cogíamos papel y boli y destrozabamos la cinta -sí, cinta- rebobinando una y mil veces hasta entender lo que decía la canción. Y a veces no conseguíamos descifrar todas y cada una de las letras de cada canción. Pero, de tanto escucharla, la canción ya era mía; dijera lo que dijera, estaba dentro de mi. Como una vez escuché decir acerca de las canciones en inglés, "me gustan porque, aunque no entiendo lo que dicen, siento que va conmigo"

Y es que, cuando una canción que va con nosotros suena, todo nuestro cuerpo se activa. Debe de ser real la doble naturaleza de ser humano, partícula y onda porque, cuando escuchamos una canción que nos gusta, todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo vibra, como un estanque en el que cae una piedra. Y así, una sola canción, es capaz de alterar enérgicamente nuestro estado de ánimo y hacernos sonreir, olvidar, llorar, perdonar, sentirnos eufóricos, disfrutar, extrañar, compartir,...