miércoles, 23 de enero de 2013

Cajones vacíos

Los cajones de la casa de mis padres son fascinantes. Son como viajes en el tiempo. Cada vez que abro uno me sorprende no encontrar lo que había años atrás; en la época en la que yo vivía allí. El cajón que guardaba mi ropa de deporte, por ejemplo, almacena ahora innumerables juegos de sábanas gastadas. El cajón donde amontonaba mis jerséis, el favorito y los demás, ahora suele estar vacío. Menos cuando mi hermana viene de visita y guarda allí la ropa pequeña de sus hijas.

Vaciar un cajón es un pequeño acto, a priori poco relevante, que anuncia un gran cambio inminente e implica próximos y notables acontecimientos. Hay cajones vacíos que tengo grabados a fuego en mi cabeza. El cajón de mi escritorio con ruedas negras de plástico, vacío de bolis, clips y calculadora, desocupado justo antes de empezar la universidad. El cajón vacío de mis camisetas, guardadas en una maleta el día antes de vivir en el colegio mayor. El cajón vacío de la mesa de mi último trabajo, poco antes de abrir mi empresa. El cajón del viejo armario destartalado de madera del piso de alquiler, antes de mudarme a mi propia casa. El cajón vacío sin usar de la parte derecha del armario de la habitación, antes de que M. guardase allí sus cosas.

Vaciar un cajón supone el final de un episodio en la vida que se acaba y pronostica el inicio de una nueva aventura. Tristeza y alegría, en partes iguales, mezcladas sin tocarse, como el aceite y el vinagre. Tristeza, melancolía y nostalgia por una época vivida y disfrutada que ha sido parte cotidiana de nosotros por un largo período de tiempo. Y se acaba. Alegría, incertidumbre y expectación por una nueva etapa que está a punto de comenzar y por todas las cosas buenas que nos va a aportar. Y empieza.

Vaciar un cajón anuncia un cambio de época en la vida. Como las hojas que caen de los árboles pregonan la llegada del otoño y con él, el cambio de estación. Como arriar las velas informa de un cambio en la dirección del viento. Y el barco toma un nuevo rumbo.

Hoy he vaciado un cajón, solo para limpiarlo.
He vuelto a colocar todas las cosas en su sitio.
El viento sigue soplando de popa.
No espero cambios.