sábado, 21 de noviembre de 2009

Saturday night

10:15 Saturday night, and the tap drips
drip drip drip drip drip drip drip...

domingo, 8 de noviembre de 2009

City lights



Empezar a vivir juntos. Fijar la fecha de la boda. En los últimos dos años, se han sucedido las noticias relacionadas con parejas amigas mías. Cada una de estas noticias es la culminación del amor, de una historia de amor, más o menos larga, más o menos intensa, más o menos especial. Es como si hubiesen conseguido llegar, juntos. Pero llegar, ¿a dónde?

Cuando pienso en mis padres, siempre me vienen a la cabeza agarrados de la mano. No puedo imaginar al uno sin el otro. Toda la vida, desde que nací, los he visto esforzándose juntos para sacar adelante quizá el proyecto más importante de sus vidas, sus hijos. No puedo imaginar, ni remotamente, como hubo un tiempo, antes de que yo naciera, en el que ni siquiera se conocían. Dos personas completamente desconocidas que se unirían por siempre a partir de un baile.

Supongo que todo empezó igual que siempre, como empieza toda historia de amor. Al principio ganas de verse, siempre en la cabeza, roces, palabras, caricias, enamorarse, un estado de euforia interior, querer ser mejor persona. Tiempo. Luego, amor más intenso, más palabras, momentos compartidos, intercambiar conocidos y espacios, mostrar los pensamientos más íntimos, compartir los miedos y los sueños. Más tiempo. Y al fin, complicidad, confianza y cariño, infinito cariño.

Cuando conocí a mis padres, ellos ya estaban en este último punto. Cuánto daría por poder ver su historia, con sus miles de momentos y detalles, a modo de película, sentado en el sofá de mi casa.

Me fascina pensar cómo dos desconocidos llegaron a compartir sus vidas durante tantos años. Y cómo su esfuerzo creó un hogar, mi hogar. Y a mi familia. Cuando pienso en mis padres comprendo lo que es "una historia de amor", comprendo a dónde hay que llegar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Redes sociales

El otro día, un amigo mío mantuvo una conversación con su novia (en diferido, vía muro) por facebook. Era algo trivial, no recuerdo bien. -¿Necesitas algo? -Traeme esto o aquello... Me llamó la atención.

Era el año 1995. Tenía dieciséis años y aquel verano decidí trabajar por dos motivos. Primero, por ganarme el respeto, tanto mío como de mis padres, y convertirme en un hombre de provecho. Responsabilidad, esfuerzo, sacrificio, bla bla bla... Y segundo, porque quería convertirme en el rockero más conocido del mundo entero. Dinero, chicas, fama,... Lástima que solo conseguí cumplir mi primer objetivo (y a medias).

Con el dinero que gané pintando, lijando, barnizando, raspando y madrugando, sobre todo madrugando, me compré una guitarra eléctrica. Creía firmemente aún en mi segundo objetivo. Por aquel entonces, ya había leído el capítulo de mi vida titulado "mi primer amor". Así que, ese día, afiné mi guitarra y senté a mi novia en mi habitación. Creo que estuve más de cuatro horas seguidas aturdiéndola con todo tipo de sonidos, celestiales para mi. Hoy lo pienso y no me explico cómo no salimos, mi guitarra y yo, volando por la ventana.

Supongo que fue la necesidad de expresarme. De compartir lo que sentía. De enseñar lo que llevaba dentro. Todos tenemos esa necesidad. Mostrar a los demás nuestras inquietudes, nuestras ilusiones, nuestros temores. El hombre (y la mujer) es un ser social, por naturaleza. Y digo "por naturaleza", literalmente. Supongo que, en los albores de la humanidad, los hombres más sociales que se unían a otros para conseguir sus objetivos (cazar, etc.), sobrevivían de un modo más eficaz que aquellos que no lo hacían. Y por esa razón nosotros, como descendientes de aquellos hombres, somos sociales.

Una de las primera formas, muy palpable, que encontraron estos hombres sociales de expresarse a los demás fue realizando pinturas en las paredes de las cuevas. Supongo que alguien llevaba ese arte dentro y quería mostrarlo a los demás. Y así, de una manera más o menos consciente, actuamos todos. Expresando, aunque ya no en cuevas, lo que tenemos dentro de la forma que creemos más conveniente. La familia, la pareja, los amigos,… es nuestro entorno más cercano en el cual intentamos expresarnos. ¿Qué buscamos con esto? Quizá reconocimiento, quizá simplemente queremos conseguir que el otro sienta lo mismo que sentimos nosotros. Quién sabe.

Hoy es el año 2009. Redes sociales y blogs. Facebook tiene más de trescientos millones de usuarios. Twitter tiene más de cincuenta millones. Y estas páginas, lo “único” que hacen, es facilitar nuestra forma de expresarnos y llegar a los nuestros (y no tan nuestros), de decir lo que estamos pensando, de mostrar lo que hemos hecho, etc. Son las cuevas de Altamira del siglo XXI. Más allá de las posibles críticas que podamos hacer a la filosofía de estas redes sociales y a su capacidad para acercar, de un modo más o menos real o ilusorio, a las personas (o al menos, a las pantallas de ordenador), más allá del bien y del mal, lo que es cierto es que muchas personas utilizan estos medios para expresarse e intentar a llegar a los demás, o mantenerlos más cerca. Este blog, sin ir más lejos.

También es cierto que, en estas redes, confluyen otros factores más allá del aquí expuesto. Como puede ser el morbo del acceso a la intimidad de las personas, una especie de “minigranhermano” con nuestros conocidos (y no tan conocidos). Y me preguntó qué motivos tuvo la naturaleza para facilitar la supervivencia a los hombres (y las mujeres) más indiscretos, cotillas y murmuradores frente a aquellos que no lo eran. Curiosa la naturaleza.

The Jacket

Película recomendada


JACKIE (Je) - Do you want a drink?
JACK (J) - I want this...

(They kiss)

(J) - I'm running out of time.
(Je) - I don't care. You have to come back. I didn't ask for you, but now...
...you just have to come back.
(J) - It's not like that. I don't have control over it.
(Je) - Well...
...get control.

Come back to me, Jack.