jueves, 30 de noviembre de 2017

Sociedad líquida

Un profesor de universidad siempre nos decía que tanto las mates, como la vida misma, si te parecen fáciles es que algo estás haciendo mal. Quizá lo llevamos en los genes. Cuánto más complejo es todo, tenemos más sensación de madurez, de ser adultos, de responsabilidad, de seguir la senda correcta.

Y se nos da bien complicarnos las cosas. Nuestro día a día está lleno de dificultades. Carreteras atascadas, frustración profesional, compras materiales innecesarias, eternas promesas incumplidas de dedicarnos más tiempo a nosotros mismos y a lo que nos gustaría hacer, viajes exprés que solo sirven para escapar, series o programas de televisión que llenan de ruido nuestra cabeza. Todos estos son los principios de una sociedad líquida, ultracortoplacista, donde la satisfacción de cubrir un deseo artificial se ve inmediatamente reemplazada por la necesidad de colmar un nuevo capricho. Recompensas volátiles que no disfrutamos por la necesidad y el ansia de una nueva, distinta y mejor.

Todas estas dificultades o "problemas" nos sirven de excusa para no afrontar nuestros verdaderos desafíos y sueños. Hipotecamos nuestro tiempo y nuestra energía con la promesa de una rentabilidad personal futura que nunca llega. Nos conformamos con las migajas de los intereses materiales; vamos a restaurantes más sofisticados, solo porque hay lista de espera, compramos teléfonos móviles más modernos y caros, con similares funciones a los anteriores, y nos mudamos a un barrio más selecto, donde los colegios proponen una metodología educativa innovadora.

Leer, conversar, hacer deporte, filosofar, pasear, explorar, conocer, recreos en silencio con uno mismo, escuchar con calma a los demás, saltar, estirarte, sonreír, incluso dar puntapiés a las castañas caídas en las aceras,... son el tipo de cosas para las que no tenemos tiempo en esta vida tan compleja que llevamos, llena de "responsabilidades" y "problemas".

Y no serían tantos problemas si nos detuviésemos un instante a pensar en ellos y observarlos con cierta distancia. A principios del SXVIII, un dramaturgo analizó y enumeró todas las situaciones dramáticas o conflictos en los que se podía ver envuelto el personaje de una obra. Contabilizó un total de treinta y seis posibles situaciones, extrapolables a la vida misma. Desamor, víctima del infortunio, juicios erróneos, renuncias, decisiones arriesgadas, empresas atrevidas, remordimientos, celos o envidia, rivalidad, enemistades familiares, pérdida de un ser querido... Cualquiera que sea el trascendental e insalvable problema que bloquea nuestra vida estará en esa lista. Y ya lo sufrieron millones de personas antes que tú y lo sufrirán otras tantas en el futuro. Así que, después de todo, aunque importante, quizá no sea tan inminente. Quizá pueda esperar unos minutos al día para que se los dediques a otras cosas. Quizá usemos esos problemas como barreras que nos impiden alejarnos de nuestra zona de simulado confort y crecer como personas.

Como dijo John Lennon, "la vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes". Así pues, y con permiso de mi antiguo profesor, yo te diría que si la vida te está pareciendo difícil es que algo estás haciendo mal.

Ver las 36 situaciones dramáticas 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Para ser escritor

“El genio no se puede enseñar”

Brande comienza el libro poniendo en duda la utilidad de los cursos de escritura, donde el aprendiz de escritor escucha de primeras la desalentadora y frustrante idea de que el genio se tiene o no se tiene, pero no se puede enseñar. Y a partir de ahí inicia un camino hacia la “magia del escritor”.