miércoles, 26 de enero de 2022

Tic—tic, tic—tic...

En mi estancia, iluminada
por esta luz invernal
—la tarde gris tamizada
por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
 
               Clarea
el reloj arrinconado,
y su tic—tic, olvidado
por repetido, golpea.
 
Tic—tic, tic—tic... Ya te he oído.
Tic—tic, tic—tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
 
Tic—tic, tic—tic, el latido
de un corazón de metal.
 
En estos pueblos, ¿se escucha
el latir del tiempo?  No.
 
En estos pueblos se lucha
sin tregua con el reló,
con esa monotonía
que mide un tiempo vacío.
 
Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?

Machado

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