Brande comienza el libro poniendo en duda la utilidad de los cursos de escritura, donde el aprendiz de escritor escucha de primeras la desalentadora y frustrante idea de que el genio se tiene o no se tiene, pero no se puede enseñar. Y a partir de ahí inicia un camino hacia la “magia del escritor”.
Habla de las dos caras del escritor, dos lados de la figura de la personalidad que debemos integrar y hacer trabajar juntos, cada uno en su ámbito, para conseguir una sinergia. El lado del inconsciente, emocional e infantil; y el lado de la mente consciente, adulto, templado, cultivado y justo.
“La gran solución consiste en pensar esta “doble
personalidad” como algo positivo, no como una confrontación o un problema a
resolver. Principalmente en el “proceso de formación de una historia”, que ella
describe así: el lado inconsciente proveerá al escritor de toda clase de
“tipos” (personajes, escenas, emociones, etc) y al consciente le tocará la tarea
de decidir cuáles de estos elementos son interesantes y cuáles no, cuáles son
demasiados obvios o estereotipados y cuáles no, cuáles son singulares, cuáles
son demasiados personales, cuáles pueden tener resonancias más universales y
más útiles, cuáles no…”
“El inconsciente es tímido, inasible y salvaje, pero es
posible aprender a sondarlo a voluntad, e incluso a dirigirlo. La mente
consciente es entrometida, y está llena de opiniones y arrogancias, pero se
puede aprender a volverla sumisa ante el talento innato.”
Guárdate tus opiniones.
“El escritor parte con una desventaja que no comparte el novato
de ninguna otra disciplina… carece de parafernalia que pueda impresionar y despertar
el respeto del profano. Un instrumento musical, un lienzo, un bloque de arcilla
traen consigo su propio método de persuasión, al parecer exóticos al no
iniciado.”
“De modo que mejor será que practiques un silencio taciturno
y sabio. Cuando hayas completado una primera versión aceptable, si quieres,
puedes ofrecerla para que te hagan alguna crítica o te den algún consejo, pero
hablar antes de tiempo es un grave error.”
“Manda a tu yo más práctico, que sea él quien reciba las
sugerencias, las críticas o los rechazos… Tu yo temperamental y sensible no
debería cargar con el peso de tus relaciones con el mundo exterior…”
Las diversiones
correctas.
“Tendrás que encontrar gente que, por alguna misteriosa
razón, te deja repleto de energía, alimenta tus ideas o, lo que es aún más
misterioso, tiene sobre ti el efecto de llenarte de confianza en ti mismo y de
ganas de escribir.” Y añado yo que esto es así igual de válido para la vida.
Escribir con horario.
En el libro se habla de dos rutinas para fortalecer el “músculo”
escritor; a saber, escribir todas las mañanas recién despertado, sin
influencias de ningún tipo, empleando el
inconsciente y escribir con horario.
“No debes establecer la costumbre de trabajar a base de
explosiones de actividad, sino procurar mantener un buen flujo constante y
satisfactorio, que ascienda ocasionalmente a niveles de producción
extraordinarios, pero que no decaiga casi nunca por debajo de lo que has
descubierto que es tu producción normal.”
Aprendiendo a mirar de nuevo.
“El genio mantiene de por vida la viveza y la intensidad del
interés que siente un niño sensible ante su mundo en expansión. Muchos de
nosotros mantenemos esta capacidad de reacción hasta más allá de la
adolescencia; muy pocos hombres y mujeres maduros tienen la suerte de
preservarla en la vida cotidiana… Demasiados de nosotros nos dejamos ir,
envueltos en nuestros propios problemas personales, avanzando a ciegas día a
día con la atención dedicada a algún asunto menor sin gran relevancia. El
verdadero neurótico puede estar tan absorto en un problema enterrado tan
profundamente en su ser que no sería capaz de explicarte qué le tiene
preocupado, y la señal de su neurosis es su falta de eficacia en el mundo real…
Esta falta de lustre en nuestra apreciación del mundo, a la que todos nos
rendimos cobardemente, es un peligro real para un escritor. Puesto que no
estamos disponiendo cada día nuevas cosas que observar, nuevas sensaciones que
tener, nuevas ideas, tendemos a volver en busca de material al mismo periodo de
nuestras vidas, para escribir y reescribir eternamente las sensaciones de
nuestra infancia o primeros años.”
“Conviértete en un
extraño en tus propias calles”.
Como buena experta que es R. y bien me ha enseñado,
pregúntate las historias de la gente que va en el metro contigo, cambia el
camino de regreso de vez en cuando, bájate del metro una parada antes de tu
destino.
La fuente de la originalidad.
“Desearía que todo el que se corta el abrigo según las
medidas de otro descubriera que el resultado es un tosco fracaso”
“…podemos ofrecer al cúmulo compartido de experiencias
nuestra propia comprensión del mundo tal y como se nos aparece a cada uno de
nosotros. Hay un sentido en el que todos somos únicos. Nadie más nació de tus
padres, en ese preciso momento; nadie vivió exactamente las mismas experiencias
que tú, ni llegó a las mismas conclusiones, ni encara el mundo con exactamente el
mismo conjunto de ideas que debes de tener tú.”
“Hay solo un número determinado de situaciones darmáticas en
las que una persona puede encontrarse –tres docenas, si uno se toma en serio Las
treinta y seis situaciones dramáticas de Georges Polti –y no será la colocación
de tu personaje en la posición central de un drama con el que nunca nadie soñó
lo que haga irresistible tu historia.”
“Mi amar y tu amar, mi ira y tu ira son lo bastante
parecidos como para que podamos darles el mismo nombre, pero en nuestra
experiencia y en la de dos personas cualesquiera del mundo nunca serán del todo
idénticos.”
Recreo sin palabras.
“Si quieres estimular tu escritura, diviértete sin palabras.
En lugar de ir al teatro (ver la tele), escucha el concierto de una orquesta
sinfónica, o visita un museo a solas; da paseos largos por tu cuenta, o móntate
solo en un autobús. Si renuncias conscientemente a hablar o a leer descubrirás
que resulta muy provechoso compensar la falta de palabras de la manera que más
te guste.”
“…un amigo mío suele sentarse durante dos horas en un banco
del parque…otra amiga, que no tiene ningún oído musical, dice que es capaz de
terminar cualquier historia que tenga empezada si tiene la oportunidad de
encontrar alguna sala de conciertos donde toquen una sinfonía muy larga.” Me
gusta este párrafo porque yo viví algo parecido en la piscina de akumal, con el
desarrollo de las tramas de la segunda parte de mi libro.”
La historia de práctica.
Habla de cómo, a la hora de crear una historia hay que hacer
un trabajo preliminar sin escribir, pensando en una idea. Imaginando los
personajes, los elementos, los detalles. “… durante uno o dos días vas a
sumergirte en esos detalles, consultando si fuera necesario libros de
referencia para recabar los datos que necesites. Luego vas a soñar con ello.
Vas a pensar en los personajes por separado y luego en combinación. Vas a hacer
todo lo que puedas por la historia usando alternativamente tu inteligencia consciente
y tus ensoñaciones inconscientes…”. En ese momento, aparta ese pensamiento de
tu mente y cítate en tres días para escribir.
“De vez en cuando saldrá a la superficie. No hace falta que lo rechaces
con violencia, pero recházalo… El miércoles, cuando den las diez, ponte a
escribir. Empieza a escribir y punto.”
“Guárdala y, si tu curiosidad te lo permite, déjala durante
dos o tres días. Como mínimo, pasa una noche sin leerla. El valor del juicio
que hagas de ella sin haber dormido antes es exactamente igual a cero.”
Coma artístico.
“Ese período extraño, distante, desapegado, ha recibido el
nombre de coma artístico, por parte
de observadores lo bastante astutos como para ver que la actitud ociosa no es
más que una quietud de superficie. Hay algo
en marcha, pero trabaja a tal profundidad y tan en silencia que apenas da
señales de actividad hasta que no está listo para externalizar su visión.”
Y llega así a la magia del escritor, donde aparece el tercer lado de la personalidad, que es el genio. Habla de mantener la mente quieta, en silencio, inducir el coma artístico y dejar que actúe la magia.
Un par de consejos.
“… haz una cita contigo mismo para volver al trabajo antes
de levantarte de la mesa… esto funciona como una sugerencia posthipnótica,
volverás al trabajo sin demora y pillarás el mismo punto con poca dificultad…”
Para ser escritor, Dorothea Brande (leído en noviembre de 2017).
Para ser escritor, Dorothea Brande (leído en noviembre de 2017).
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