jueves, 4 de noviembre de 2010
Going along with you (en compañía)
Las mejores cosas en mi vida siempre me han ocurrido en compañía. Siempre me he considerado una persona independiente, capaz y cuidadoso (o más bien, perezoso) de involucrar en mis objetivos a otras personas. Sus distintos ritmos de pensar, de actuar, de moverse han llegado a exasperarme en muchas ocasiones. Y me refiero a exasperarme a todos los niveles posibles. Emocionales, sociales y profesionales.
Delegar. A nivel profesional me costó poco tiempo darme cuenta. Pretender que todos en un equipo de trabajo sigan y se muevan al mismo ritmo, es como pedir a un ciclista que nade en mar abierto, o a un futbolista que suba un puerto de montaña. J. me dijo un día "cómo se nota que no has hecho la mili (el servicio militar, claro está)". Ese día lo vi todo claro. Cada persona tiene sus propias habilidades, más o menos desarrolladas. Es necesario buscar la especialidad de cada uno y ayudarle a desplegarla.
Compartir. A nivel social estudié en mis años de universidad un doctorado acerca del desarrollo humano y personal; compartiendo con L. asignaturas (troncales y optativas) del tipo "ideas", "sueños", "miedos", "proyectos" (en primer cuatrimestre) y también del tipo "aficiones", "bares", "ligues", "horas" (en segundo cuatrimestre). En la tesis final que presenté, concluí que el momento más divertido y gratificante de un hecho no es el momento en sí en el que sucede, sino el momento posterior en el que lo recuerdas y lo compartes con aquellos que estuvieron y te acompañaron. De nada sirve subir al Everest tú sólo y no poder comentarlo ni recordarlo nunca con nadie. Nadie que escuche tu grito al llegar a la cima.
Confiar. A nivel emocional me ha llevado más años entenderlo. He tenido que subir y bajar varias cuestas para entender que hay cosas que no se ven con los ojos y razones que no es piensan con la cabeza. M. me enseñó a limar todas las asperezas del mundo a través de las palabras. Son el mejor combustible para un largo viaje. Un problema del tamaño de una montaña puede derribarse con el soplo de una palabra. Nada hay más poderoso que la comunicación, fluida, directa, constante. Invertir en comunicación es la clave de la rentabilidad en los proyectos entre personas.
Es así como, descubriendo nuestros yo's en otras personas, aprendiendo de los no-yo's con los que nos encontramos, delegando en los demás, confiando, compartiendo, transformando el tiempo en palabras,... es así como llegamos lejos. Porque si quieres llegar pronto, mejor ve sólo; pero si quieres llegar lejos, mejor ve acompañado.
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