—Quiero volver —dice Daniel, tranquilo, con esfuerzo.
—¿Adónde? —pregunto yo, inseguro.
Hay una larga pausa de ésas que me sacan de quicio y Daniel termina su copa y manosea las gafas de sol que todavía lleva puestas y dice:
—No lo sé. Simplemente volver.
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